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¿Utilizamos sólo una pequeña parte de nuestro cerebro?


Por Carl Wieland

Publicado por primera vez en la
revista Creation 21 (2) marzo-mayo 1999.


La creencia muy popularizada de que los humanos sólo utilizamos del 10 al 20% de nuestro cerebro se le atribuye a Albert Einstein. Es una de las afirmaciones utilizadas para reclutar personas para la secta de la ‘Cienciología’. Es también favorita entre los gurús del ‘pensamiento positivo’ de la Nueva Era.

La razón por la cual es aceptada ampliamente puede ser debida a que el popular libro de Dale Carnegie How to Win Friends and Influence People (Cómo ganar amigos e influir en la gente) afirmaba que la mayoría de las personas sólo utilizan el 15% de sus cerebros: un ‘hecho’ que probablemente no tiene mucho fundamento1.

Han habido muchos avances recientes en las técnicas de investigación cerebral, incluyendo sofisticados escaneos. Sin embargo, aún no sabemos mucho de cómo funciona el cerebro en general. No sabemos casi nada sobre cómo procesa la información.

Lo que sí sabemos es que ciertas actividades se originan en la corteza cerebral2, y que ciertas memorias se almacenan allí. Pero no sabemos dónde y cómo se almacenan, ni cómo podemos traer a la memoria nuestros recuerdos, ni cómo podemos producir nuevas ideas. Lo poco que sabemos nos ha llegado mediante el estudio de personas cuyos cerebros han sido dañados por accidentes, trombosis o tumores.

De manera que esta creencia tan popular simplemente está equivocada. Si fuera cierta, las cosas que dañan el cerebro no tendrían consecuencias tan drásticas para nuestra capacidad de pensar, hablar, y recordar3. Si comparamos al cerebro con una computadora, el ‘hardware’ o la máquina en sí, está ahí, lista para procesar los programas sencillos o complejos que se le den, que pueden variar. Ninguna computadora utiliza todos sus circuitos de procesamiento al mismo tiempo, en nuestro cerebro, eso sería como un grave ataque epiléptico.

Cuando los investigadores en los años 60 comenzaron a asignar ciertas zonas para ciertas funciones, otras continuaron siendo desconocidas, lo cual puede haber afianzado el mito.

Pero en los años 20, unos experimentos con ratones habían ya demostrado que cualquier eliminación de tejido cerebral ocasionaba una pérdida funcional. Se les enseñaba a los ratones tareas sencillas (como pasar a través de un laberinto) y, a continuación se les quitaba una porción de su corteza cerebral. Los resultados indicaron que ‘la memoria se almacenaban en toda la corteza y no en un lugar preciso: cuánto más corteza se eliminaba, peor actuaban los ratones.

¿Creía pues, el mito Albert Einstein? De hecho, pudo haberlo utilizado como una respuesta cínica cuando un periodista le preguntó que ‘por qué era más listo que otras personas’1.

Muchos pacientes con un bloqueo en el flujo del fluido cerebral (hidrocefalia), en quienes el cerebro en desarrollo se comprimió lentamente hasta convertirse en una hoja fina, han demostrado tener una inteligencia normal o superior. Uno inclusive obtuvo un título superior en matemáticas, ¡a pesar de que su cerebro se había comprimido desde su espesor normal de 45 mm. a 1 mm de promedio!4 Lejos de mostrar que no utilizamos la mayor parte del cerebro, estas cifras indican que el cerebro en desarrollo tiene una capacidad tremenda para compensar la lenta invasión de un problema neurológico.

Nuestros cerebros han sido realmente diseñados con una asombrosa capacidad compensatoria. Tras una trombosis, algo de la función perdida puede ser tomada por otras porciones intactas. Asimismo la región del cerebro relacionada con el control de cierta función, como la mano por ejemplo, se desarrolla más al aprender por ejemplo a tocar la guitarra. Otro ejemplo es con las personas que se quedan ciegas, en quienes el sentido del tacto mejora grandemente para compensar.

¿Por qué deberían las mutaciones casuales, acompañadas de la selección natural, favorecer el desarrollo de un tacto exquisito en las personas ciegas? La mayoría de las cegueras ocurren mucho después de los años fértiles, de manera que, desde un punto de vista darwinista, tales características de diseño tan ‘compasivas’, útiles sólo en el caso de una desgracia, son difíciles de explicar. Tiene sentido desde el punto de vista Creacionista, en un cuerpo diseñado por un Creador inteligente para valerse en un mundo caído5. Nuestro cerebro es lo más complejo que hay en el universo.

La próxima vez que oiga a alguien citar el mito urbano acerca de ‘usar sólo el 10% (o el 20%) de nuestro cerebro’, pregúntales cómo lo saben. ¿Cómo se calibró o midió esto? Por supuesto que no lo ha sido todavía. Podría ser una manera útil de hacerles pensar críticamente acerca de otras cosas (como la evolución) que se nos ha enseñado como ‘verdad’.


Referencias y Notas

1 ‘Brain drain’, New Scientist 160 (2165-6-7):85-86, 19-26 diciembre, 1988- 2 enero 1999.

2 La superficie exterior surcada que todos reconocen como ‘el cerebro’.

3 Werner UIT y Rolf Honeiser, ‘Gehirnforschung: Nur 10 Prozent aktiv genutz? Factum, pág. 24, 12 de diciembre 1998.

4Ref. 1, pág. 86.