Nuestro Sistema Solar: El Sol

En el corazón de nuestro Sistema Solar se encuentra el Sol, una bomba de hidrógeno “estable” que emite más energía por segundo que la energía que mil millones de metrópolis terrestres emitirían en todo un año. El Sol es sumamente impresionante en su complejidad y poder. Cuando examinamos la ciencia del Sol encontramos que confirma el hecho de una creación bíblica.


La Creación y el Propósito del Sol

El Sol y otras luminarias del cielo fueron creadas en el cuarto día de la creación. El libro de Génesis nos informa que el propósito de estas lumbreras en el cielo es: 1) separar el día de la noche, 2) ayudarnos a marcar el paso del tiempo, y 3) brindar luz a la Tierra (Génesis 1:14-15). Existe un cuarto propósito revelado en otro pasaje de la Escritura: declarar la Gloria de Dios (Salmos 19:1-6).

Estos cuatro propósitos aplican para todas las lumbreras en general. Pero dos de estos propósitos son cumplidos casi en su totalidad por el Sol. El Sol por sí solo separa el día de la noche. Y, aunque todas las lumbreras del cielo brindan luz sobre la Tierra, su contribución es insignificante en comparación con la brillantez de la luz solar.

El Sol y la Luna son ambos descritos en Génesis como “grandes lumbreras”, quizás porque desde la Tierra ambas aparecen como los objetos más brillantes en el cielo y además porque ambos son los objetos de mayor tamaño a simple vista desde la perspectiva terrestre. El Sol es el mayor de estos dos, siendo además mucho más brillante que la Luna contando además con su propia fuente de poder interna. La Luna es la menos brillante, es mucho más pequeña que el Sol y recibe su poder de iluminar sobre la Tierra del mismo Sol. La Luna brilla porque refleja la luz solar.

Un quinto propósito de estas dos luces celestiales se nos revela en Génesis 1:16 el cual es “señorear” sobre el día y la noche. La palabra hebrea traducida como “señorear” o “gobernar” significa tener poder o dominio. Se puede decir que el Sol tiene poder sobre el día porque define el día y opaca cualquier otra luminaria durante el día. La Luna, a su vez, tiene poder sobre la noche debido a que su brillo es mucho mayor que el de los demás objetos en el cielo vista desde la Tierra. La Luna no siempre es visible durante la noche, y las estrellas pueden “señorear” la noche durante la ausencia de la Luna (Salmos 136:9). Debido a su habilidad de señorear sobre el día y la noche, estas lumbreras rápidamente se convirtieron en símbolos de autoridad. Sólo basta recordar cuántas naciones han tenido al sol, la luna y las estrellas en sus banderas nacionales. La Biblia también indica estos símbolos fueron usados para referirse a la familia de Israel (Génesis 37:9), además de ser símbolos recurrentes en toda la Escritura (por ejemplo, Apocalipsis 12:1).

Curiosamente, Dios proveyó una fuente de luz temporal para separar el día y la noche en los primeros tres días de la creación (1). ¿Por qué es que la creación del sol tuvo lugar hasta el cuarto día? Por otro lado, ¿por qué el relato de la creación no hace referencia al Sol y a la Luna por su nombre? Solamente se hace referencia a ellas descriptivamente como la lumbrera mayor y la lumbrera menor. (Sabemos sin duda que ambas referencias se refieren al Sol y a la Luna por otros pasajes de la Escritura como el Salmo 136:7-9). La respuesta a ambas preguntas pudiera ser el desaliento a la adoración de ambos cuerpos celestes como “dioses” (Deuteronomio 4:19). El Sol no es la principal fuente de vida en la Tierra – Dios lo es, y por tanto el principio comienza con Dios y no con el Sol. El Sol no es un ser personal con un nombre personal, es parte de la creación y solamente una gran luz formada por Dios.



Propiedades del Sol

El Sol aparenta ser pequeño a nuestra apreciación desde la Tierra debido a su distancia de 93 millones de millas, pero el Sol tiene en realidad un diámetro de 109 veces el del planeta Tierra. El Sol es el objeto de mayor tamaño en nuestro Sistema Solar y contiene el 99.86 por ciento de su masa. Si la masa de una bola de bolos o boliche de 10 libras representara la masa del Sol entonces todos los demás planetas, lunas, cometas y cualquier otro cuerpo celeste perteneciente al Sistema Solar, podrían ser representados con una masa combinada de una moneda de cinco centavos americanos y otra de un centavo americano. Júpiter sería la moneda de cinco centavos.

 

El Sol está formado casi en su totalidad de hidrógeno y helio. Pero, ¿cómo podemos saber esto? Lo sabemos por analizar la luz solar usando un espectroscopio que divide la luz en un arcoiris de colores llamado espectro. Un análisis cuidadoso del espectro solar revela ciertas bandas oscuras que indican ciertas longitudes de ondas de luz perdidas (2). La posición de estas bandas corresponde al elemento que produce la luz. Es como una huella digital atómica. De hecho, el helio fue descubierto en el Sol por espectroscopía antes de que fuera descubierto en la Tierra. Por esta razón el elemento se llama “helio” de “Helios”, el antiguo dios griego del Sol. Análisis similar de la luz estelar revela que las estrellas también son esferas de hidrógeno y helio, como nuestro sol, pero a mucho mayores distancias. El Sol es tan caliente que en casi todo su interior los átomos se encuentran ionizados, esto quiere decir que sus electrones han sido completamente arrancados de su núcleo.

Estructura solar

Para ser una esfera de gas ionizado el Sol es extremadamente complejo. Se encuentra naturalmente dividido en varias capas que difieren tanto en temperatura como en movimiento. El núcleo solar es la región de mayor temperatura, alcanzando los 15 millones de grados Centígrados (27 millones de grados Fahrenheit). A tales temperaturas los protones de los átomos de hidrógeno se mueven tan rápido que chocan entre ellos mismos produciendo, después de varios otros pasos, el elemento helio. Este proceso es llamado “fusión nuclear” y genera enormes cantidades de energía que se propagan hacia fuera del núcleo recuperando la energía que la superficie solar irradia constantemente al espacio.

El proceso de fusión nuclear también produce pequeñas partículas llamadas “neutrinos” que tienen la habilidad de viajar atravesando la materia ordinaria. Una vez que son creados en el núcleo solar, los neutrinos viajan hacia fuera del mismo a una velocidad cercana a la de la luz. De hecho, varios cientos de trillones de neutrinos solares atraviesan inofensivamente nuestros cuerpos cada segundo. Los científicos han construido detectores de neutrinos para confirmar si efectivamente proceden del sol lo cual demuestra que efectivamente existen procesos de fusión nuclear en el núcleo del Sol.

La zona solar radioactiva es la capa que se extiende fuera del núcleo solar hasta cerca de dos terceras partes del radio del Sol. La temperatura en esta región sigue siendo de millones de grados, pero no es tan caliente como el núcleo. La zona de convección es la región exterior del Sol. En esta región el gas ionizado se mueve en grandes células de múltiples escalas de increíble complejidad. Esta región gira diferencialmente con algunas regiones rotando más rápido que las regiones polares. Así que esta región exterior del Sol está constantemente torciéndose a sí misma. Este movimiento pudiera ser parcialmente responsable de la capacidad que el Sol tiene de invertir su campo magnético cada 11 años.

La zona de convección se encuentra encofrada dentro de la fotosfera, la superficie visible del Sol. La fotosfera tiene una temperatura de alrededor de 6,000 grados centígrados. Las células más pequeñas de esta zona, llamadas “gránulos”, son visibles en imágenes de alta resolución de la fotosfera solar. Esta fotosfera en ocasiones contiene pequeñas regiones oscuras llamadas “manchas solares”. Estas son causadas por los campos magnéticos que inhiben la convección, previniendo que la energía sea transportada desde la parte interior del Sol. De esta manera las manchas solares son más frías que las regiones contiguas, y por esta razón son oscuras. Las manchas solares serían muy brillantes a la vista si pudieran separarse del Sol, pero aparentan ser oscuras en contraste con el resto de la superficie solar que es mucho más brillante. El número de manchas solares crece y disminuye en cada ciclo de once años del Sol y está correlacionado con la inversión del campo magnético del Sol.

Más allá de la fotosfera se encuentra la casi transparente cromosfera. Los gases en la cromosfera tienen muy bajas densidades, razón por la cual, esta región no es visible en situaciones normales. La única manera de ver la cromosfera con el ojo natural es durante un eclipse total de Sol y en el momento de la totalidad del eclipse (3). En un eclipse, la Luna bloquea la brillante fotosfera revelando así el anillo de la cromosfera, que generalmente se presenta de muchas formas y colores. Es por eso que se le llama con este nombre pues “cromo” significa “color”.

Más allá de la cromosfera se encuentra la corona solar. Una gran región de gas ionizado altamente estructurado. Se le llama corona dado que se encuentra rodeando el disco visible del Sol. Paradójicamente, la corona solar es mucho más caliente que la región que se encuentra más debajo de ella y más cerca del núcleo, alcanzando temperaturas de hasta un millón de grados centígrados. El mecanismo exacto que permite que la corona sea calentada es aún desconocido.

Diseñado para la Vida

Los astrónomos clasifican al Sol como una estrella de secuencia principal. Su composición es muy similar al de otras estrellas y su temperatura y brillo se encuentran en un rango medio en comparación con otras estrellas. En muchas de sus características, el Sol es simplemente una estrella ordinaria. Pero en otras, es muy claro que el Sol fue diseñado para permitir que la vida sea posible en la Tierra. Algunas estrellas tienen llamas solares de tamaños gigantescos que liberan enormes cantidades de radiaciones mortales. Afortunadamente para nosotros, nuestro Sol no las tiene. Sus llamas solares no son gigantes sino pequeñas. La temperatura del Sol y su distancia de la Tierra lo hacen ideal para sostener vida. En contraste, estrellas más calientes producen mucho más radiación ultravioleta que sería dañina al tejido orgánico. Por otro lado, estrellas más frías emiten más calor infrarrojo lo cual tampoco nos sería benéfico.

Aún la posición del Sol en la galaxia parece optimizada para la vida y para la observación científica. Si el Sol se encontrara cerca del núcleo galáctico, los niveles de radiación serían un problema. Si el Sol se encontrara en las afueras de la galaxia, la mitad del cielo nocturno estaría vacío haciendo muy difícil la medición de las estaciones o la investigación del universo. Curiosamente también, el Sol carece de litio casi en un factor de 100 veces menos comparado con estrellas similares. Aún no descubrimos la razón, pero quizás cuando lo hagamos se deberá a otra cualidad de su diseño.

El Sol confirma una Creación

El Sol ha dado muchos dolores de cabeza a aquellos que rechazan el relato de la creación bíblica narrado en el libro de Génesis. Los científicos seculares creen que el Sol ha mantenido sus procesos de fusión de hidrógeno por casi cinco mil millones de años. Pero la fusión nuclear gradualmente cambia la densidad del núcleo, provocando que las estrellas aumenten su brillo con el tiempo. Este efecto es casi imperceptible en un periodo de 6,000 años (edad bíblica aproximada del Sol). Pero si el Sol realmente tuviera miles de millones de años de edad hubiera sido un 30% menos brillante en el pasado provocando que la Tierra fuera un desierto congelado e inhóspito y la vida no hubiera sido posible en los escenarios que planea la engañosa teoría de la evolución (4). El Sol también contradice los escenarios de formación naturalista. Los astrónomos seculares afirman que el Sol (como las otras estrellas) se formó con el colapso de una nébula – una nube gigante de hidrógeno y helio en el espacio. Los astrónomos han descubierto miles de nébulas, pero no se ha encontrado ninguna colapsando y mucho menos formando una estrella. La fuerza exterior de la presión del gas excede por mucho el efecto de la gravedad. Lo que hoy conocemos nos muestra que las nébulas únicamente se expanden y nunca se contraen para formar estrellas. Aún, y si la fuerza de gravedad pudiera vencer la presión del gas, el momento angular y los campos magnéticos impedirían el colapso previniendo completamente la formación de cualquier estrella. Pareciera ser que la ciencia verdaderamente confirma lo que enseña la Escritura: que Dios hizo a la lumbrera mayor para que señorease en el día.

Referencias

Algunas personas han supuesto que estos no pudieron haber sido días verdaderos pues no había Sol. Pero de hecho, la rotación de la Tierra relativa a una fuente de luz determina la duración de un día. Así que, claro que los primeros tres días pudieron (y de hecho son) días de 24 horas.
Estas longitudes de onda se encuentran presentes pero en solamente una fracción de la intensidad de las demás ondas que le rodean. Así que al ojo natural le parecerían completamente ausentes.
Durante la totalidad, y solamente en este momento, es seguro ver el eclipse solar con el ojo desnudo. Sin embargo, nunca es seguro ver el Sol con el ojo desnudo en cualquier otro momento. Se necesita protección especial. La fotosfera solar emite radiación ultravioleta que puede causar daño permanente en el ojo.
Este problema se conoce como la paradoja del Sol joven desvaneciente. Esta paradoja continua frustrando a los astrónomos seculares. Ver Faulkner, D. 1998. The Young Faint Paradox Remains. Natura 474 (7349):744-747.

Adaptado de: Lisle, J. 2013. The Solar System: The Sun. Acts & Facts. 42 (7): 10-12.