El Megalonyx – Amable Gigante de la Era de Hielo
Entre los mamíferos de nuestros días, los perezosos representan un grupo peculiar. Colgando con la cabeza hacia abajo de los árboles, comiendo hojas y generalmente no moviéndose mucho, ni muy rápido, se encuentran entre los favoritos en los zoológicos. Después de todo su apariencia es muy graciosa. Pero, si acudiéramos a un museo de historia natural, podríamos apreciar esqueletos cuya apariencia es muy diferente a la del animalito del zoológico. Se trata de los perezosos gigantes, los cuales fueron diseñados para caminar.
Uno de los perezosos gigantes más comunes conocidos en Norteamérica es el Megalonyx jeffersonii. Se pueden encontrar restos fosilizados de este animal en todo el norte del continente, en depósitos sedimentarios formados justo antes de la Era de Hielo, posteriores al Diluvio de la era de Noé. Desde el Oeste de Virginia hasta California, y desde Texas hasta Dakota del Norte y aún en Canadá se aprecia que el perezoso recorría grandes distancias.
Definitivamente que el Megalonyx no parece un perezoso típico. Alcanzando alturas de hasta 10 pies (3 metros) y pesando hasta 1,000 libras (455 kilogramos) y caminando en sus cuatro patas era del tamaño de un bisonte americano. Con tal tamaño este mastodonte seguramente no pasaba tiempo colgando de los árboles. Al contrario, fue diseñado para vivir en tierra, empezando con sus pies.
A diferencia de la mayoría de los perezosos las piernas traseras del Megalonyx eran lo que los biólogos llaman “plantígrados”. Esto significa que están diseñados como pies humanos, es decir que el Megalonyx caminaba apoyando en el piso al mismo tiempo los huesos del talón, pie y dedos tal cual tú y yo hacemos. Esto le proveía al animal de mejor área superficial para cargar su peso y mejor equilibrio cuando se paraba en dos patas.
Probablemente Megalonyx pasaba gran parte de su tiempo parado para poder comer. Para darle a este mastodonte estabilidad y para aliviar el estrés del peso sobre sus enormes piernas, Dios proveyó al Megalonyx con una gruesa cola muscular (peculiar entre los mamíferos de tierra), lo cual significa que probablemente el animal mantenía su equilibrio como un trípode o tripie. Sus amplias caderas tenían mucho lugar para fuertes músculos que eran usados mientras el Megalonyx se paraba para comer las hojas y frutos de los árboles.
El doblar las gruesas ramas de los árboles para llevarlas a su boca era el trabajo de los brazos del Megalonyx. Los brazos y hombros son largos y se puede observar en sus huesos las áreas donde gruesos y fuertes músculos se adherían.
Cada uno de los tres dedos de la mano estaba equipado con una garra larga y poderosa midiendo hasta 8 pulgadas (20 centímetros). A diferencia de las garras de los leones modernos, estas “garras gigantes” (lo cual es el significado de Megalonyx) eran usadas en su mayoría para agarrar y romper ramas y hojas. Sin embargo, también representaban buena defensa ante depredadores: un golpe con las garras del Megalonyx pudo haber sido mucho más poderoso que el de un oso grizzly.
Pero tales encuentros seguramente eran muy escasos para este gigante. Su gran tamaño y enormes garras, así como su habilidad de pararse en sus extremidades posteriores lo hacían ver muy grande y aterrador. Probablemente Megalonyx no se preocupaba mucho por los depredadores.
En lugar de preocuparse, Megalonyx podía concentrarse en su tarea principal: comer. Una de sus características anatómicas más peculiares son sus dientes, los cuales carecen de la dura capa esmaltada que poseen los dientes humanos y la gran mayoría de los animales mamíferos. En lugar de esto, los perezosos poseen simplemente dientes molares en forma de banquetes hechos principalmente de dentina. La dentina es mucho más suave que el esmalte dental y se desgasta mucho más rápido.
¿Cómo es que un conjunto de dientes que se desgasta rápido es un buen diseño? La sorprendente respuesta es que los dientes del perezoso nunca dejan de crecer. Por esta razón, los Megalonyx, así como los perezosos modernos, podían continuar comiendo aún con un diente dañado dado que la parte dañada eventualmente se desgastaría y sería reemplazada por nueva dentina sana.
Quién hubiera pensado que herbívoros gigantes con dientes planos y débiles, una gruesa cola y enormes garras hubiera podido migrar desde Sudámerica hasta Norteamérica, y ser tan exitoso. En el cambiante mundo después del diluvio, incluyendo la Era de Hielo, el Megalonyx nos recuerda que los intrigantes pero efectivos diseños de nuestro Creador y Dios a veces vienen en empaques sorpresivos. Sus caminos son más altos que nuestros caminos. ¡Aleluya!
“Megalonyx – Gentle Giant of the Ice Age”. Answers Magazine, Abril-Junio 2013. Volumen 8. No. 2. Página 22-25.