Nuestro Sistema Solar: Mercurio
El planeta más pequeño de nuestro Sistema Solar ciertamente guarda grandes misterios para los astrónomos seculares, pero a la vez sigue deleitando a quienes creemos en la Creación Bíblica. Mercurio tiene un diámetro de solamente 38 por ciento el diámetro de la Tierra lo cual lo convierte en el planeta más pequeño y de menor masa de los ocho planetas del sistema. Es el planeta más cercano al Sol y lo orbita a una distancia de tan solo 36 millones de millas. Es decir, Mercurio se encuentra tres veces más cerca del Sol que la Tierra.
Mercurio es una gran roca sólida con muy pequeños rastros de atmósfera. Tiene montañas, valles, planos y cráteres – muchos cráteres. Su apariencia se asemeja a una versión 40 por ciento más grande que nuestra Luna. Pero, cuando se habla del estudio de la creación del Sistema Solar, Mercurio provee interesantes pistas debido a sus inusuales características.
Un Mundo de Extremos
Debido a que se encuentra muy cercano al Sol, Mercurio tiene el “año” más corto de cualquier otro planeta del Sistema Solar el cual consiste de tan sólo 88 días terrestres. Así que cada vez que la Tierra completa una órbita alrededor del Sol, Mercurio ha terminado ya cuatro vueltas alrededor del mismo Sol. Por otro lado, Mercurio tiene el “día” solar más largo de cualquier otro planeta. Un observador hipotético en la superficie de Mercurio vería un amanecer cada 176 días terrestres.
La razón de rotación sideral (relativa a las estrellas) de Mercurio es de 59 días terrestres. Si de alguna manera pudiéramos observar a Mercurio usando un telescopio desde una estrella distante, lo veríamos rotar una vez cada 59 días. Esto es considerado un “día sideral” dado que sideral significa “estrella” y en este caso estaríamos viendo este escenario desde las estrellas. Por otro lado, si estuviéramos viendo a Mercurio desde el Sol, entonces solamente lo veríamos rotar una vez cada 176 días. Esto es llamado un “día solar”. La razón de esto es que Mercurio orbita al Sol mientras rota sobre su propio eje (1). Esto sucede también con los otros planetas, aunque la diferencia es generalmente mucho menor (2).
La lenta rotación de Mercurio produce otros efectos interesantes. Cualquier punto determinado sobre la superficie del planeta se encuentra expuesto a la luz solar durante 88 días terrestres continuos. Y, dado que se encuentra mucho más cerca del Sol que la Tierra, y a que prácticamente no existe atmósfera en el planeta, la temperatura en la superficie durante el día alcanza los 800 grados Fahrenheit o 427 grados Centígrados, suficiente temperatura para derretir metales como el Plomo. Sorprendente resulta conocer que en el lado de Mercurio donde sucede la noche, la temperatura baja hasta 280 grados Fahrenheit bajo cero (-173 grados Centígrados) debido a que se encuentra en continua oscuridad por hasta 88 días y no existe una atmósfera que pueda prevenir que el calor escape al espacio.
Estas temperaturas extremas nos conducen a escenarios hipotéticos interesantes. Suponga que a su nave espacial se le acabó el combustible, pero no antes de poder “aterrizar” cerca de la línea del ecuador en Mercurio. Afortunadamente, pudo aterrizar en el lado nocturno del planeta (un par de horas antes de que salga el Sol) y su traje espacial lo protege del frío en la superficie. Pero no lo podrán proteger de los 800 grados Fahrenheit a los que llegará la temperatura cuando amanezca en breves momentos. Gracias a los largos días de Mercurio, usted podría empezar a caminar hacia el Oeste a un paso relajado de dos millas por hora. Mientras mantenga ese ritmo, podrá mantenerse lejos del amanecer y permanecer seguro en las temperaturas nocturnas mientras llega la nave de rescate dado a que estará caminando en dirección opuesta a la rotación del planeta a la misma velocidad de rotación, por lo que podrá permanecer seguro a la sombra.
La Extraña Órbita de Mercurio
Otro dato curioso del periodo rotacional sideral de Mercurio es que es exactamente dos terceras partes de su periodo orbital. Así que Mercurio rota tres veces sobre su propio eje cada vez que orbita al Sol dos veces. En astronomía, cuando la razón de dos periodos puede expresarse con una fracción simple, ésta es llamada “resonancia”. Mercurio es el único planeta en el Sistema Solar con periodos rotacional y orbital en resonancia. Existe una razón para esto, y tiene que ver con la órbita de Mercurio.
Mercurio tiene la órbita con mayor excentricidad de cualquier otro planeta en el Sistema Solar. Esto significa que su órbita es notablemente elíptica y no tan circular como la de los otros planetas. De acuerdo a la Segunda Ley de Kepler (ver artículo del Sistema Solar), un planeta con órbita elíptica se mueve más rápido cuando se encuentra cerca del Sol que cuando se encuentra alejado del mismo. El punto de mayor acercamiento se llama perihelio y es aquí cuando Mercurio se mueve a mayor velocidad. El punto más distante se llama afelio, y es cuando se mueve más lentamente. Pero la razón de rotación de Mercurio no cambia. Interesantemente, cuando Mercurio se encuentra en su perihelio, su velocidad de rotación alcanza una velocidad de revolución tal que mantiene la misma cara del planeta apuntada hacia el Sol por varias semanas (3). Esta configuración es muy estable gravitacionalmente (4).
Apreciar este fenómeno desde la superficie de Mercurio serìa algo extraño, suponiendo, desde luego, que pudiéramos sobrevivir la experiencia. Imagine que empezamos a ver un amanecer muy lento. Tomaría 20 horas terrestres desde el primer momento en que el Sol se asoma sobre el horizonte hasta el momento en que todo el Sol es completamente visible. El Sol se aprecia enorme desde la superficie de Mercurio, más de dos veces y media más grande que visto desde la Tierra y más de seis veces más brillante. El cielo permanece negro aún y cuando el Sol se encuentra totalmente visible, esto debido a la carencia de una atmósfera como la de la Tierra. El Sol continúa subiendo sobre el cielo lentamente al paso de varias semanas. Las estrellas también empiezan a ser visibles en el Este dando la apariencia de moverse dos veces más rápido que el Sol. Pero, cuando Mercurio llega al perihelio, el Sol parece disminuir su velocidad mientras que las estrellas continúan moviéndose a la misma velocidad. En este momento el Sol es notablemente más grande en el cielo desde este punto, más de tres veces más grande que como se aprecia desde la Tierra y diez veces más brillante. De repente, el Sol se detiene en el cielo y da la apariencia de moverse al revés por alrededor de una semana. Podríamos experimentar una perspectiva similar a la de Isaías (Isaías 38:8). Después de esto, el Sol se detendría de nuevo y regresaría a su dirección y movimiento original. El Sol se ocultaría en el Oeste alrededor de tres meses después del amanecer.
Observando a Mercurio
Debido a su cercanía con el Sol, Mercurio aparece como un objeto muy brillante en el cielo nocturno de nuestro planeta, incluso más brillante que algunas estrellas. Aún así, la mayoría de la gente nunca lo ha visto. Localizar a Mercurio en el cielo puede ser todo un reto debido a que orbita muy cerca del sol y es fácil perderlo en el brillo de la misma estrella. La mayoría de los otros planetas puede verse ya entrada la noche, cuando el cielo está oscuro. Pero no es así con Mercurio, el cual sólo es visible durante el crepúsculo y sólo durante ciertos momentos en el año, cuando se encuentra en la parte de su órbita que parece (en ángulo) más alejado del Sol. Esta posición se conoce como la “mayor elongación”. En estos momentos, es posible ver a Mercurio justo después del amanecer (para las elongaciones orientales) o justo antes de que se ponga el sol (para las elongaciones occidentales) (5).
Gracias a los cortos periodos de traslación estos periodos de elongación suceden seis o hasta siete veces en un año. En Octubre 9, 2013 tuvimos uno de estos momentos en los cuales fue posible apreciarlo desde la Tierra.
Mercurio confirma la Creación
Debido a que Mercurio se encuentra tan cerca del Sol y que es visible solamente cerca del horizonte, justo antes de que salga o se oculte el Sol, las observaciones de Mercurio desde telescopios terrestres tienden a mostrar imágenes no reveladoras ni impresionantes. Pero, esto cambió cuando la NASA envió la sonda espacial Mariner 10 a visitar Mercurio en 1974. Durante varios encuentros, el Mariner 10 pudo fotografiar gran parte de la superficie durante el día con detalles sin precedentes y pudo también medir un campo magnético de importante magnitud en este pequeño planeta. Esto representa noticias inquietantes para los científicos seculares que creen que nuestro Sistema Solar tiene miles de millones de años de antigüedad, pues un planeta tan pequeño como Mercurio no podría haber mantenido su campo magnético por todo este tiempo. Claro está, este dato de ninguna manera sorprende a los creacionistas.
El doctor en física D. Russell Humphreys tiene un modelo bíblico interesante que explica los niveles actuales en los campos magnéticos de los planetas tomando como referencia su edad real de alrededor de 6,000 años (6). Su modelo se alinea extremadamente bien a los campos magnéticos actuales y observables en el Sistema Solar. El modelo del Dr. Humphreys predice también una disminución en el campo magnético de Mercurio comparado con lo que se observó en 1974. Esto fue confirmado en los años 2008 y 2013 con estudios posteriores del planeta por la sonda espacial Messenger.
Mercurio también ha permitido confirmar otros aspectos de la ciencia. El físico Albert Einstein, en su teoría general de la relatividad, indicó que los campos gravitacionales afectan la medición del tiempo y del espacio. Una predicción de tal relatividad es que el perihelio de Mercurio debiera “precesar” a una razón diferente a la que la física clásica predeciría. “Precesar” significa que la elipse de la órbita de Mercurio rota ligeramente a manera tal que la ubicación angular del perihelio y del afelio cambia gradualmente. Las observaciones han confirmado la predicción de Einstein, fomentando nuestra confianza en la teoría general de la relatividad.
Los creacionistas han debatido por años acerca de cuándo y cómo aparecieron los cráteres que pueden observarse en el Sistema Solar. ¿Fueron creados los planetas con cráteres? ¿Usó Dios algún proceso para crear los planetas en el cuarto día a manera tal que el material utilizado para formar los mismos planetas los impactara después de creados? ¿Se formaron antes de la desobediencia de Adán o durante el momento del Diluvio en la Tierra? Y para cualquier pregunta podríamos añadir: ¿Por qué?
Mercurio puede tener la clave para resolver las teorías de formación de cráteres. Los otros planetas rocosos del Sistema Solar tienen actividades tectónicas, atmosféricas y volcánicas que pueden eliminar la evidencia de cráteres anteriores, pero Mercurio no las tiene. Su superficie inmaculada puede ser una ventana hacia las condiciones originales de nuestro Sistema Solar. ¿Qué otros más secretos podremos aprender de este pequeño y fascinante mundo? Sólo el tiempo dirá.
Referencias
Para explicar esto más fácilmente, suponga que los periodos de rotación y de traslación de Mercurio son idénticos, y asumamos 88 días. En este caso, una persona viendo al planeta desde una estrella distante vería a Mercurio rotar cada 88 días. Pero el Sol nunca vería la otra cara de Mercurio porque el planeta siempre mantendría la misma cara viendo al Sol al mismo tiempo que gira alrededor del Sol. También, si esto fuera así, entonces una persona desde la superficie de Mercurio nunca vería un amanecer ni un anochecer. En este caso el día sideral sería de 88 días y el día solar sería prácticamente infinito.
Dado que otros planetas orbitan al Sol, sus días solares son también diferentes a sus días siderales. Pero la diferencia tiende a ser menor que como sucede con Mercurio. La Tierra tiene solamente una diferencia de cuatro minutos entre su día sideral y su día solar. La razón por la que Mercurio tiene tan grande diferencia es porque la duración de su día sideral es comparable con la duración de su año.
Durante el perihelio, la velocidad angular orbital excede por poco la velocidad rotacional angular por alrededor de una semana. Una persona, observando el Sol desde la superficie, tendría la impresión de un aparente movimiento en sentido contrario durante esa semana.
Algunas resonancias orbitales son estables y auto-corregibles, como la de Mercurio. Otras son inestables tanto que un cuerpo orbitando alrededor de otro puede tener su órbita perturbada de tal manera que, en algún momento, será expulsado de su órbita hacia otra completamente diferente. Esta parece ser la razón por la cual existe un déficit de asteroides en resonancia con la órbita de Júpiter.
Orientales implican que Mercurio se encuentra al Este del Sol. De esta manera se puede ver en nuestro cielo occidental después del ocaso. Por otro lado, occidental se refiere a cuando Mercurio se encuentra lo más alejado hacia el Oeste del Sol. En este momento Mercurio puede verse en el cielo occidental justo antes del amanecer.
Humphreys, D. R. 1984. The Creation of Planetary Magnetic Fields. Creation Research Societe Quarterly. 21(3): 140-149.
Adaptado de: Lisle, J. 2013. The Solar System: Mercury. Acts & Facts. 42 (8): 10-12.